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OTRAS TRADICIONES EN LA SANTERIA: LA OMBLIGADA


Son muchas las partes del cuerpo humano que se consideran acumuladoras de energía, por ejemplo: los cabellos y las uñas, con los cuales se hacen hechizos, porque estos retienen energía, espíritu de sus dueños. La mujer u hombre que tiene el “hígado blanco” se les mueren los compañeros (as). El “mal humor”, energía negativa, que mata las plantas con sólo tocarlas quien lo posee... 

Estas creencias “ritos e interdicciones son medidas de protección, de aportación de fuerzas”, las cuales refuerzan los conceptos y percepciones de religiosidad en el cuerpo humano como creación de una divinidad superior.

LA OMBLIGADA 

Presentamos en esta sección un extenso recorrido referente al ombligo y la ombligada dejando que los propios actores expongan el proceso y su experiencia. Ello aun corriendo el riesgo de alejarnos del interés central, permitirá familiarización con el hecho material. A su vez esperamos que nos vayan quedando dibujadas algunas pinceladas de las concepciones que acompañan esta práctica. Las cuales de antemano señalan unas comunidades íntimamente ligadas a la naturaleza.

TESTIMONIAN OMBLIGADORAS 

La señora Dolores Mosquera es una comadrona muy consultada en la localidad y sus alrededores, en la actualidad tiene 96 años, ha recibido a muchísimas criaturas atendiendo, como ella misma dice, a las parturientas durante los días siguientes. 

Ella cuenta que: 


“Después de nacer el niño se le corta el ombligo con la cuchilla, este se corta con una pulgada de largo y allí se hacen dos nudos o amarres. En el medio de los dos nudos se corta el ombligo y se amarra con el hilo bien ajustado para evitar hemorragia se moja una gasa con yodo ligado con aceite de comer y alcohol, luego se le pone una pampita de algodón y se le monta una gasa y se le pone el ombliguero.

Al día siguiente se le pone cebo tibio o aceite de castor para que caiga más rápido el ombligo. Algunos caen a los 3, 4 ó 5 días, cuando cae a los 7 días es peligroso porque le puede caer mal de 7 días.” 

La señora María Refa Perea de 53 años nos describió el proceso que sigue a la caída del ombligo de la siguiente manera: 

“... después de la caída del ombligo, que puede ser a los 3, 4 ó 5 días de nacido, la comadrona que está a cargo del cuidado de la madre y del niño anuncia que ya cayó el ombligo, generalmente se reúnen los familiares más allegados para acordar quien lo va a ombligar por su experiencia como ombligadora y con qué se va a ombligar el niño o niña...”. 

Una vez escogido el elemento con el que se va a ombligar al infante este se reduce a zumo o ceniza según el caso y “lo que se alcance a coger con las uñas del índice y el pulgar, después de haberlo calentado, se le introduce al ombligo...”. Luego se tapa. De aquí en adelante hasta que el ombligo sana totalmente, deben tenerse algunos cuidados como: Evitar que el niño(a) llore demasiado para que con la fuerza no se le desprenda la protección. El ombligado(a) no debe aguantar hambre y al ser bañado no se destape el ombligo y colocarle siempre su ombliguero. 

Vayamos descubriendo a través de las comadronas y ombligadoras de quienes aprendieron el oficio a quienes han ombligado, los elementos utilizados y los efectos que se persiguen con la ombligada. Sobre el particular María Lemos Mosquera, quien tiene 53 años cuenta que: 

“... yo aprendí a partir y a ombligar con mi tía Cristina Lemos, quien cuando iba a partear me llevaba como ayudante, así fui aprendiendo este oficio... a María mi hija la ombligué con oro, para que la buena suerte la acompañara en la mina...” 

La señora Aura Sánchez Mosquera edad 57 años de edad nos dijo: 

“... yo aprendí a ombligar de mi mamá Regina Murillo. Yo ombligué a mi hija Gertudris con oro, a Fabio lo ombligué con rabo de anguila, a Nohelia con un billete de cien pesos quemado para que no le faltare dinero...”

Por su parte la señora María Agueda Pino quien en la actualidad cuenta con 70 años manifestó: 

“... yo aprendí a ombligar con mi mamá María Bernardina Mosquera, ombligué a todos mis hijos unos con oro, otros con las espinas de pescado y con guayacán. Esto de ombligar nunca me falló...”

Por último la señora Juana Petrona Cossio de 75 años nos refirió lo siguiente: 31 “... yo ombligué a mi hija María Cossio con oro para que fuera afortunada en las minas. A mi hijo Juan, con el pico del tominejo para que fuera enamorador y las mujeres me lo apetecieran. Yo aprendí a ombligar con mi mamá, antiguamente era como un misterio, uno ombligaba a sus hijos y nietos.” 

TESTIMONIAN LOS OMBLIGADOS

De otro lado, algunas personas que han sido ombligadas no se negaron a dar su testimonio sobre los efectos de esta práctica, así: Oscar Natalio Mosquera Perea, de 55 años de edad comento: 

“Mi mamá Sara Mosquera me ombligó con la uña del armadillo para que yo fuera un verraco haciendo huecos, guaches, en las minas. Por eso yo soy buscado cuando van a abrir hoyaderos, guaches, minas de alta, socavones, por que yo donde pongo las manos, vea vé, juro por Dios y mi madre que no se derrumba ni por los putas. Yo no es que sea pajudo, pregúntele cancharejo, a Rafael Bejuco, a Efraín sacapique, mejor dicho a esos dueños de guache y minas famosas. Vea, a mí me mandan a llamar a las minas, el Tapón, Boca de Soledad. Mejor dicho, dueño de terrenos de minas que se respetara se veía obligado a buscarme pa’ pode empezá el trabajo.” 

María Asprilla de 24 años de edad nos comentó: 

“Mi mamá me ombligó con muela y espina de amargo. A mí me buscan para bajar espina de la garganta, y además huesos atorados. En cierta ocasión la señora María Perea estaba hospitalizada varios días con un hueso en la garganta, y además huesos atorados y ni había sido posible bajárselo, bastó con llamarme y le unté saliva en el cuello. Tomé un banano maduro, humedecido en mi saliva, e inmediatamente fue bajando el hueso. Ante la mejoría de la enferma los médicos se asombraron y me felicitaron.” 

No sólo disponemos de estos testimonios en la región de Monte Carmelo, ellos abundan en todo el departamento del Chocó, e inclusive lo podemos encontrar en la literatura costumbrista regional. El antropólogo José Fernando Serrano, quien se encontraba en el municipio del Alto Baudó, comunidad de Pureza, escuchó a unos niños hablar sobre la ombligada. Él narra que: 

“... en cierto momento uno dijo que lo picó una hormiga conga, pero que no le afectaba porque estaba ombligado con ella.” 

Serrano, a partir de esa revelación, empezó a indagar con las personas mayores sobre esta práctica. Eyda Caicedo, extinta folclorista chocoana, narraba en unos de sus cuentos, titulado el guapetón, la historia de un personaje que hacía gala y exhibicionismo de su fuerza para vencer al oponente. De ese cuento extractamos los siguientes apartes: 

“ María Paula hablando sobre su hijo concho (Concepción Mena), le dijo a Doña Camila: 

_ El papá cuando lo vio tan dispuesto p’a eso, comenzó a enseñarle izque unas odaciones p’a peliá. 

_ ¡Ay! ¡si! Me ricen que sabe larel perro negro y la rel justojue. 

_ Eses la cosa y de ñapa prima Paula cuando me paltió, me lombligó con la uña de la gran bestia.” 

Más adelante la autora narra lo siguiente: 

“Ya se retiraban cuando uno de los contrincantes, se dirigió a concho: 

_ Vos te las das tanto de guapo, pero siguiera tincontraras un día destos con mi tío Etanislao. 

Al llegar a casa: 

_ Mamá comenzó él (concho), ¿quién é ese tal Etanislao? 

_¡Jesús Creo. Eses e memo viruña! No tevai a meté con él. Ese sabe toas las oraciones al derecho y al revés y se las reza a los demá pa’ poreles vencer. Aremá, tá ombligado con Anguila.”

Es imposible intentar eludir las concepciones histórico-religiosas manejadas por otro grupo étnico. Ellos también han modelado su conducta. Sobre el particular María Graciela Mosquera me contó: 

“Cuando estaba en mi tercer embarazo siendo maestra en el corregimiento de la Primera Mojarra, una señora se me acercó y me dijo que según esa barriga parecía que iba a parir un hijo hombre, y que si era así ella me lo ombligaba. Yo acepté y naciste tú. La señora te ombligó con el zumo de las siete albahacas, para que le cayeras bien a las personas.”

LA OMBLIGADA 
COMO MANIFESTACION DE RELIGIOSIDAD.

El filósofo FERNANDO URBINA sostiene que “ La ombligada es una práctica mágica de los indígenas Embera del Chocó”. No oculto mi discrepancia con este tipo de afirmación por cuanto representa la tendencia de algunos indigenistas que buscan negar, invisibilizar, inferiorizar y menospreciar la presencia del saber portado por los afrodescendientes. Está bien documentado que la ombligada, en el pacífico Colombiano, no es una práctica exclusiva de los Emberas. Ella hace parte de las concepciones religiosas de los afrocolombianos. 

El filósofo en mención no se detuvo a considerar que en la región del Chocó se ha dado una convivencia interétnica, lo cual ha posibilitado el intercambio de saberes. No se sabe en medio de este intercambio quién y qué le aprendió o tomó de quién con respecto a la ombligada, por que esta práctica, según los testimonios presentados se encuentra extendida y arraigada entre la población afrochocoana. 

El trabajo de Urbina en cuanto a lo demás posee una valiosa información que permite una aproximación comparativa entre dos modos de ver y relacionarse con el mundo de dos etnias que comparten territorios muy próximos. 

No disponemos de información que permita afirmar de cual etnia, indígena o Afrochocoana, proviene la ombligada. Pero ésta no esconde el sentimiento de sociedades que demuestran una profunda religiosidad y hermandad, hacia los seres animados e inanimados. Ellos en ese sentir son dotados como dice Ortíz de una psiquis o energía similar a la de las personas lo cual permite el intercambio de poderes, fuerzas, energías. Esto es precisamente lo que persigue la ombligada: una transferencia hacia los seres humanos; de las energías que poseen otros seres de la naturaleza. Transferencia que se da como se deduce de los testimonios, cuando cae el ombligo y se inicia el rito de la ombligada el cual va a marcar para siempre el destino de las gentes. 

De ahí la importancia del rito, porque este como lo observa Serrano: 

“Inicia dos relaciones que marcan la vida del individuo: una con la naturaleza y otra con su ciclo vital. La primera porque con ella el ser humano establece una simpatía con un componente de la naturaleza con el cual va a identificarse durante toda su vida. La ombligada también marca la vida de las personas, pues, es necesario en el momento de la agonía recordar con qué fue ombligado so pena de quedar suspendido como alma en pena que no tiene descanso”. 

La ombligada, como se deduce de todo lo expuesto, también direcciona la vida del individuo porque a este se le introduce un centro de energía vital que lo predispone para la realización de ciertas actividades, oficios o dones especiales, los que están en relación con el medio, por esto el poder que se cree adquirir a través de la ombligada es una representación de la cosmovisión, y permite acceder a información sobre los hábitos, costumbres y dedicaciones económicas de la sociedad para lograr su control. Por ejemplo: la presencia del oro en las ombligadas nos remite a comunidades mineras y algunas creencias que acompañan dicha actividad. Ombligar con espina de pescado es señal de hábitos alimenticios basados en la pesca, la hormiga conga nos indica la presencia constante en el monte, donde este es uno de los animales más temidos de cuya picadura hay que estar inmunizado. 

El rito de la ombligada como parte característica de las religiones ancestrales africanas, también requiere guardarlo en secreto quizás para aumentar su eficacia. Algunas personas no manifestaron con qué fueron ombligadas por que temen al decirlo quedar expuestas a la aplicación de las “contras”, es decir, se pierde el efecto del poder conferido por la ombligada a través de una disminución paulatina de la energía. 

El carácter secreto, oculto, lo llena de mayor contenido misterioso por que no se sabe, exactamente, de qué elementos o sustancias proviene el poder que algunas personas manifiestan, con ello se protege su centro de energía vital. 

Esta práctica del saber ancestral, al igual que algunas otras, viene corriendo el riesgo de desaparecer ante las múltiples amenazas que la rodean. Una de ellas es la muerte de las sabias tradicionales quienes son sus depositarias, por que este oficio es predominantemente femenino. 


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