.
.

EL MAL DE OJO Y EL MAL DE PECHO EN LA SANTERÍA


Las personas en las concepciones religiosas de Yorubas y Bantúes, forman parte de la naturaleza. Ellas al igual que los animales, plantas, ríos y piedras también poseen espíritus fuerzas naturales porque el hombre antropomorfizó todos los seres de la naturaleza concediéndoles una psiquis como la suya capaz de mantener con las relaciones iguales a las sostenidas con los semejantes: de cambio de servicios y de lucha. 

Esa psiquis, espíritu, fuerza o energía puede concentrarse en puntos esenciales o nudos vitales: el ojo, el hígado, el corazón, el cráneo. Pero todas las partes del cuerpo la poseen en cierto grado, aun cuando estén separadas del conjunto (uñas y cabellos). Por esto se consideran que algunas personas nacen con virtud, con fuerza vital, con energía, en ciertas partes del cuerpo. Otros la adquieren después de nacer porque se las imponen con la ombligada o con el nombre.

ALGUNOS PUNTOS DE CONCENTRACION DE ENERGIAS NATURALES. 

Esa fuerza vital concentrada en varias partes del cuerpo humano acompaña a las personas desde su nacimiento. Se considera que no es adquirida sino natural, producto de ello las personas manifiestan poderes excepcionales, paranormales, los cuales utilizan para hacer “el bien”, otros para en ocasiones hacer “el mal” y no hay pocos que no sean sinónimos de mal augurio. A continuación presentamos una muestra de ello. 

LA OJEADA O MAL DE OJO 

El mal de ojo es otra forma de manejo de energía, la fuerza, el poder, está concentrado en los ojos. Las personas que tienen dicho poder en ocasiones no son conscientes de ello y hacen el mal sin proponérselo. Ellos al contemplar fijamente un objeto, y con mucha frecuencia a los niños, le transmiten su energía, su fuerza. En los infantes esto les causa fiebre, vómito y diarrea. Para su cura se acude a ciertos hombres y mujeres que saben “medir” al ojeado y luego suministran los procesos curativos y preventivos. 


Diego Luis Córdoba (1907-1963), veterano parlamentario chocoano inició a dictar su biografía al periodista Jorge Cabarico Briceño en 1963. En ella, refiriéndose a la ojeada, le decía: 

“Siendo aún más chico escapé del "mal de ojo" que en Neguá hacía Nieves Quejada, apodada "la arpón", quien al mirar al niño lo hacía crecer deforme, sobre todo con una pierna más larga que otra. Y era tal su poder mágico que dicen que con la fuerza de su vista bajaba cocos y chontaduros. Como yo era un niño gordito y muy bien formado –apenas si tenía seis meses- estaba siendo "ojeado", mi abuelo, el yerbatero le exigió a "la arpón" que me diera un mordisco en la pierna izquierda, como único remedio a los hechizos. Ella así lo hizo, pero me lo dio de tal tamaño, que mire la enorme cicatriz que me dejó...” 

En este caso la persona Nieves Quejada era consciente que poseía dicho poder, y además parece que en el pueblo todos lo sabían, pero cuando no tenía intención de causar daño mordía inmediatamente al niño. Con este proceder se cura al infante en el momento que ha sido ojeado. 

Cuando el mal de ojos se ha propagado por el cuerpo del ojeado se hace necesario acudir a quienes saben los tratamientos curativos. La señora Fidelia Caicedo natural de la comunidad afrochocoana de Bebedó, municipio de Istmina, es curadora de ojos. Ella procede de la siguiente manera: 

“Cojo el coronillo, la hierba adán, ramo bendito, albahaca del santísimo, el chipero real, carpintero y agua bendita. Se cocina y se le reza el secreto. Se le dan tres baños. Cuando terminan los baños Al otro día es que se le puede bañar, los baños. Se le dan a las seicita de la tarde. Con esto Nunca más los ojean, le da dolor de cabeza al que intente ojearlo”.

EL MAL PECHO. 

Equivocadamente se le atribuye al corazón, al tórax, al pecho, unas facultades que no tiene. El no es el centro de donde emanan los sentimientos. Pero todos nos referimos a esta zona para hablar de buenos o malos sentimientos. 

El corazón viene a ser otro punto donde se acumula energía. Las personas ambiciosas, avaras, egoístas e insolidarias son consideradas de “mal pecho”. 

Con ellas se evita asistir a ciertas actividades porque su presencia es sinónima de mal agüero, especialmente en las comunidades mineras no es muy aconsejable su compañía porque su energía negativa ahuyenta el oro. 

Agrega una de nuestros entrevistados:

"Permítome ilustrar este caso uno de mis recuerdos de infancia en el municipio de Condoto, lugar en donde mis padres, desde Istmina, me enviaban a pasar algunas vacaciones escolares al lado de mi abuelo paterno Máximo Mosquera. Este me llevaba a la mina y en ella me asignaba el oficio de “aguatero” . En cierta ocasión escuché a mi abuelo comentar lo siguiente: 

“Yo no voy a la mina con mi hermano Cancio porque el tiene “mal pecho”, fíjese que una vez él estaba miniando con Fermina su mujer y se encontraron una cántara de metal. Ella le dijo: 

- Llevemos esto a la iglesia.

Y él respondió: 

- Que iglesia ni que nada, nos tapamos Güimbe (Fermina) todo es para nosotros. 

El que dice así y la cántara que desaparece ...


No hay comentarios: