¡Oh Dios!, os doy gracias
por haberme
permitido salir victorioso
de la lucha que acabo
de sostener contra el mal;
haced que esta victoria
me dé fuerzas para resistir
a las nuevas
tentaciones.
Y a vos, mi ángel guardián,
os doy gracias por la asistencia
que me habéis dado.
Que mi sumisión a vuestros consejos
me haga digno de
merecer de nuevo
vuestra protección.
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