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LAS MISAS ESPIRITUALES EN LA SANTERÍA


Después de la muerte de un santero, se realiza una misa espiritual por lo general en una reunión de espiritistas. Esta misa espiritual sigue a una misa católica dicha nueve días después del fallecimiento del santero. 

La misa espiritual consta de ofrendas de flores y velas al alma del desaparecido que se invoca pidiéndosele que renuncie a sus posesiones mundanas y se purifique. 

Un grupo de médiums toma asiento en torno a una mesa cargada de floreros y perfumes, principalmente agua florida y una fragancia embriagadora conocida como loción de Pompeya. Los familiares y amigos íntimos del santero se sientan a los lados de la mesa y esperan a que se manifieste su espíritu. Esto no sucede siempre, pero cuando ocurre, es un signo seguro de que el espíritu sabe la transición por la que ha pasado y está en camino a una vida mejor. 

Algunos veteranos piensan que estas misas espirituales son innecesarias. Dicen que es mucho mejor alimentar el alma colocando alguna comida en un rincón del cuarto de baño o en el patio. Las ofrendas a los muertos son comúnmente pan, agua, cigarros y alimentos cocinados sin sal. 

La comida se deja allí durante la noche y después se lleva a los bosques donde se deja para que la coman las criaturas silvestres.  

Elegguá es el más temido y respetado de todos los orishas. Debe mantenérsele siempre contento, porque puede arruinar la obra de todos los otros orishas si desea hacerlo. Es muy fácil complacerlo, afortunadamente, porque es un gran glotón que disfruta con dulces y pasteles. 


Para tener feliz a Elegguá basta ordinariamente colocar su imagen en el piso, detrás de una puerta, y poner ante él un platillo con dulces y chocolates. También son útiles un coco seco y un cigarro. El orisha consume la esencia espiritual del alimento y del tabaco en el trascurso de una semana. Entonces, los dulces y el cigarro se llevan a un parque o al bosque, donde puedan comerlos los animales. Todo debe remplazarse entonces con nuevas ofrendas. No obstante, hay ocasiones en que estas ofrendas sencillas no son suficientes. 

Cuando una persona está "cruzada", es decir, ha desaparecido su suerte o está bajo la influencia de un bilongo, Elegguá debe venir al rescate. Y no lo hará, a menos que sea "convencido". La forma mejor y más segura de conseguir el auxilio de Elegguá es hacerle la ofrenda de un pollo. Esto debe hacerlo un santero experimentado. Se cubre el ave primero con miel, ron y lardo. Después, el santero pregunta al santo si desea la ofrenda del pollo. Si Elegguá dice si, el santero decapita el pollo y da eyé al orisha. Se permite que la sangre gotee sobre el suelo frente a la imagen del dios y luego se limpia con las plumas del ave. Después de esta ofrenda al santo, el cuerpo del pollo se quema y se hace con las cenizas un polvo especial llamado ajoché. Este polvo se ofrece a Elegguá después de muchas invocaciones y plegarias. Después se sopla un poco de este polvo sobre el Cuerpo de la persona que se está purificando y así se retira la mala suerte. El recibir este tipo de limpia es una experiencia bastante inolvidable y es probable que reforme la mente más escéptica. 

Relata una testigo: 

Presencié esta ceremonia en Nueva York hace pocos años. Una amiga mía me había dicho que conocía una santera que hacía maravillas y decidí hacerle una visita. En esa época estaba considerando la posibilidad de un viaje a Europa y sentía curiosidad respecto al resultado de mis proyectos. La santera consultó a Elegguá por medio de cuatro trozos de corteza de coco, otro sistema de adivinación que se tratará en detalle más adelante. La contestación de Elegguá fue que haría mejor en permanecer en Nueva York, ya que no podría llevar a cabo mis planes del modo que deseaba. Además, el viaje presentaba un peligro grave para mi seguridad personal y la única manera en que podía vencer esta amenaza era mediante el sacrificio de un pollo y una ofrenda de fruta fresca. 

Convine prontamente en llevar ambas ofrendas al santo tan pronto como fuera posible y el mismo día siguiente volví a la casa de la santera con un pollo y un cesto lleno de fruta fresca. La santera condujo la ceremonia de purificación, arrancando la cabeza al ave frente a la imagen de Elegguá y guiando mi mano mientras yo esparcía su esencia sobre el piso con un puñado de plumas. La canasta de fruta fue puesta sobre el canastillero, o pequeño gabinete donde tenía la santera la imagen del santo. 

Luego que terminó la limpia, empleó nuevamente las cortezas de coco para preguntar a Elegguá si estaba satisfecho con el sacrificio. El orisha expresó su aprobación de la ceremonia y dijo a la santera que yo estaría protegida contra el daño físico durante mi recorrido, pero por otro lado, el viaje sería una decepción completa. 

Pocos días después, inconmovible a pesar de esta predicción, partí para Europa como había proyectado, únicamente para encontrar que la profecía de Elegguá se hizo realidad antes de lo que esperaba y no pude hacer nada que valiera la pena. 

La segunda parte del oráculo, que predecía peligro personal, se hizo evidente durante un vuelo entre Copenhague y Frankfort, cuando el aeroplano en que viajaba tuvo dificultades técnicas y tuvo que regresar a Dinamarca. 

Ya contrariada por mi falta de éxito y muy alterada por el incidente aéreo, decidí volver inmediatamente a Nueva York. El avión en que hice el vuelo de regreso también tuvo dificultades técnicas. Voló en círculo sobre el aeropuerto durante dos horas con un tren de aterrizaje defectuoso, pero aterrizó finalmente sin ningún contratiempo. Cuando bajé del aeroplano, vi que la pista de aterrizaje estaba cubierta con espuma y había cinco camiones de bomberos cerca del área de descenso, esperando todos un desastre mayor. 

Me pregunto con frecuencia qué hubiera sucedido si no le ofrezco el pollo y las frutas al Elegguá. La elección del animal siempre corresponde al dios mismo. Para que no se le culpe por sacrificar al animal, el santero o babalao cuida de declarar en voz alta que es Oggún quien lo mató. Oggún es el patrón del hierro y del acero, los metales utilizados para hacer el cuchillo de los sacrificios. Frecuentemente se ofrece a un orisha un animal sin sacrificarlo. Entonces este animal se convierte en un objeto sagrado, propiedad exclusiva del orisha a quien está consagrado. Jamás debe matarse o dañársele en ninguna forma. 

Se cree que estos animales libran a las casas de influencias malignas. Matar a uno de estos animales es incurrir en la cólera del orisha, lo cual puede ser una experiencia muy molesta. Antes que el santero ofrezca un animal a un orisha, debe investigar por medio de los caracoles si el dios lo acepta y lo que debe hacerse con él. Está prohibido el mismo animal a varios santos. 

Los animales asociados tradicionalmente con los dioses más populares son los siguientes: 

CHANGÓ: gallo, oveja, toro, cerdo, macho cabrio, venado, conejo, buey. 

ELEGGUÁ: pollos blancos, gallo, zarigüeya, mono, macho cabrío, toro, buey, ratones blancos. 

OBATALÁ: cabra, palomas, canarios blancos. 

OGGUN: la sangre y las plumas de gallos rojos o blancos, todos los cuadrúpedos. 

ORÚNLA: pollos, pero muy raras veces, ya que este dios no se interesa mucho en ofrendas animales. 

OSHÚN : gallina blanca, cabra, oveja, becerro, cerda. 

OYÁ : sólo aves, preferiblemente gallinas. 

YEMAYÁ: pato, tortuga, macho cabrío.



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