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CREENCIAS SANTERAS PARA ALEJAR LO MALO Y ATRAER LO BUENO


La santería enseña que a toda persona le es asignado en su nacimiento un guía protector que es uno de los orishas. A este guía se le conoce como el ángel guardián. 

Además de un guía se le asigna al recién nacido una planta especial, una piedra de nacimiento y un animal. Si al crecer descubre las identidades de las mascotas divinas y las conserva con él siempre, tendrá éxito y será poderoso toda su vida. 

La piedra de suerte de un individuo no tiene que ser una gema preciosa. Puede ser un simple guijarro de color que encuentre en la playa y atraiga su atención sin ninguna causa especial. El apremio inexplicable de recoger una piedra que se halle por acaso es una indicación de que el guía espiritual desea que uno la levante y la conserve como amuleto. No todas las piedras encontradas por azar pueden considerarse de suerte, naturalmente. 

Los santeros se refieren a una piedra atractiva particular que hace que uno sienta que debe tenerla, simplemente. Es probable que esa piedra esté cargada con buenas vibraciones para uno personalmente, y debe recogerla y llevarla siempre consigo. Por supuesto, hay guías que prefieren piedras preciosas. Changó, por ejemplo, cuyo color es el rojo, es partidario de los rubíes, aunque se conformará con un granate, una cornalina o cualquier piedra roja, bonita y brillante. A Ochún le agrada el topacio, cuyo color recuerda el oro al cual es muy aficionada. 


No es verdad, dicen los santeros, que la fecha al nacer, de una persona tenga una relación con su piedra de nacimiento. Esa fecha no tiene significado espiritual en la santería. La prueba indiscutible de esto es, para un santero, el hecho de que cientos de miles de personas nacen el mismo día y, sin embargo, llevan vidas totalmente distintas. 

Sólo un espiritualista competente o un babalao pueden determinar cuáles son los talismanes de una persona. En las islas caribeñas, tan pronto como nace un niño se consulta a tal especialista. 

Los animales que se piensa son benéficos, son la cabra, el elefante y la tortuga. Afortunadamente no es necesario tener vivo en casa uno de estos animales. Para recibir su influencia benéfica es suficiente tener una imagen en metal o en plástico. 

Por otra parte, los animales considerados nocivos espiritualmente son toda clase de reptiles e insectos venenosos, tales como alacranes y ciempiés, algunas variedades de ranas, todas las aves de rapiña, la rata, el cocodrilo, el lagarto y la araña. 

Los santeros piensan también que el agua tiene gran fuerza espiritual como medida defensiva. Recomiendan a sus seguidores que mantengan bajo sus lechos un recipiente pequeño lleno de agua para purificar todas las influencias malignas. Creen que los espíritus funestos que descienden sobre nosotros desde sus esferas viciadas se disuelven en agua como azúcar o sal. Las aguas deben cambiarse cada veinticuatro horas. Deberán tirarse preferentemente fuera de la casa cuando nadie esté mirando pero no debe permitirse en ninguna circunstancia que caigan al suelo o en el fregadero de la cocina. 

Otros agentes eficaces contra las entidades malignas son los ajos y el azúcar morena. Los santeros queman el azúcar y las cascaras de los ajos en una sartén pequeña, sobre un lecho de carbones calientes, y se permite que el humo espeso, denso, resultante de la combustión, llene toda la casa, especialmente dentro de guardarropas y en los rincones donde se cree se esconden los espíritus malignos. Este humo se conoce como sahumerio. 

Muchos santeros también conservan en sus casas un muñeco de trapo negro para disipar las influencias malignas. Aunque las deidades yorubas entienden "todos los idiomas del mundo", existen ciertos sonidos que los hacen "más propicios y comprensivos". Por esa causa, muchas de las palabras utilizadas para invocar a un orisha pertenecen al lenguaje yoruba. Algunas de las palabras más comunes usadas en el culto se dan en la lista siguiente: 

ACHÉ: gracia, poder. 
AGOGÓ O ACHERÉ: un instrumento empleado, junto con tambores, para llamar a un orisha a la Tierra. 
AGBEBE: abanico usado para ayudar a refrescar a los orishas cuando están muy acalorados o contrariados. Es un símbolo de Yemayá y de Oshún. 
AKOÑRÍN: cantante o llamador de los orishas. 
AKOYÓ: hombre sabio.
AKPETEBÍ: diosa preferida por un orisha. Por ejemplo, Oyá es la akpetebí de Changó. 
ALEYO O ABERÍNKULA: no creyente. 
AMALA: alimento ofrecido a los orishas. 
ARABA O IROKO: el árbol sagrado de la santería. Se conoce en español como ceiba y en botánica, como árbol de algodón.
BABALAO: sumo sacerdote del culto. 
BÁMBULA: danza. 
BATA : los tres tambores utilizados junto con el agogó para reunir a los dioses. Son llamados iyá, itótele y okónkolo. El sonido del último jamás cambia; es una base sobre la cual hablan entre ellos los otros dos tambores. 
EYÁ: un cuarto dentro del ileocha. 
FORIBALE: genuflexión hecha frente a los tambores o al santuario. 
GÜEMILERE: ceremonia sagrada de la santería. 
IBÁN-BALO: patio del templo. 
IGBODU: santuario donde se tienen los talismanes y piedras de los orishas. 
ILÉ: casa. 
ILEOCHA: templo donde se efectúan las ceremonias. 
IRÉ: buena suerte. 
IRUKE: plumero especial empleado para desvanecer los malos espíritus. 
IYALOCHA: practicante de sexo femenino de la santería. MODDU: gracias. 
OKONÍ: profesor. 
OMO-ORISHA: un santero consagrado a un orisha específico.
ORISHA: cualquiera de las deidades yorubas. 
ORU: una serie de invocaciones o llamados. 
OTAN: piedra especial sagrada para un orisha y por medio de la cual se comunica un dios con el santero. Las otanes se conservan comúnmente en tazones adornados en los altares de los orishas. 
OWÓ: dinero. 
YAGUÓ: iniciado en el culto. 
YUBBONA: el padrino del yaguó.




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