En las
culturas afroamericanas las piedras tienen un significado mágico, principalmente
entre los grupos de origen yoruba, cuyo sistema religioso es la Regla de Ocha,
pero que es más conocido como la santería.
También
en la Regla de Palo, que es de origen bantú, las piedras son relacionadas con
los hombres. En esto hay coincidencia con otras culturas antiguas, como el
legendario Egipto o las clásicas griega y romana.
Los
yorubas les confieren una acción determinante a las piedras sagradas, que se
denominan otanes. En las piedras de unidad monolítica se asienta el alma de los
dioses u orichas; las piedras atrapan el poder y es desde donde emanan sus
energías que influyen en la vida de los creyentes ayudándolos a vencer las
adversidades y facilitándoles su mejor desenvolvimiento. Los santeros o
cariochas adorarán dichas piedras para siempre.
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Las
piedras u otanes son seleccionadas por los sacerdotes o padrinos expertos en
descubrirlas. No hay que confundirse, se pueden hallar un pedazo de muro de
cemento o de concreto o un turrón de arena; ésas no son piedras. Se eligen de
acuerdo con su aspecto, su color, su forma y el lugar en donde fueron halladas,
ya sea en una montaña, en la superficie aprobadas hay que preguntarles a los
santos si cada una posee las condiciones interiores requeridas. Esta pregunta
se hace por medio del oráculo de Biagué o de los cocos. Si alguna de las
piedras resulta desaprobada en esta consulta, debe ser sustituida por otra.
Todas
las piedras aprobadas pasarán después por un ritual de requisito, que es “el
lavatorio”, en el cual son purificadas por el lavado en omiero acompañado de
una letanía de cantos de Osain entonados por un coro de santeros sentados en
semicírculo y dirigidos por el obbá. (El omiero es una sustancia líquida
compuesta por aguas místicas, yerbas de fundamento y otros ingredientes
secretos. En este blog encontraras mas informacion al respecto en:
http://oracionesyconjurossanteria.blogspot.com.es/2012/04/las-botanicas-santeras-el-omiero.html). El olor que desprende el omiero en
movimiento y el esmero con que son tratadas las piedras por los santeros crean
una atmósfera litúrgica donde se van liberando las fuerzas de la naturaleza y
se experimenta una sensación indescriptible.
A
continuación, y después de la coronación del iniciado, los otanes recibirán
la sangre de los animales sacrificados a los dioses. En el piso y en compañía
de otros juegos de otanes pertenecientes al padrino, se dice que están comiendo
juntos porque están naciendo los orichas. Al tercer día será entregado al iyabó
o iniciado, quien los adorará toda su vida y serán depositados en unos
recipientes tapados (las soperas).
Ningún
aleyo o profano puede mirarlas ni tocarlas. Las corrientes internas han cobrado
vida, poseen eleddá, que quiere decir conciencia, por tanto, escuchan y
contestan por medio de sus caracoles.
Orishas
y otanes
Cada uno de los orichas o
dioses tiene sus propias piedras:
ELEGGUÁ:
Lleva
una piedra triangular de camino interna, sepultada en su figura de cabeza
amasada con diferentes tierras, veintiún elementos vegetales y metales.
OGGÚN:
En su
olla de hierros con siete instrumentos que representa el martillo, el yunque,
el azadón y los clavos de vía, va la piedra de ogundá,
que es traída del monte.
OBATALÁ:
En su
sopera se depositan sus cinco piedras blancas calcíneas, cuatro son de Obatalá
y una más achatada es de Oggé, a veces va envuelta en algodón y cascarilla.
OCHÚN:
Lleva
cinco piedras redondeadas tomadas de un río. Las llaman chinas pelonas, pero
realmente se llaman ocheotan
YEMAYÁ:
Se
fundamenta con siete piedras. En Cuba se toman también de río; en Brasil y en
Trinidad exigen que sean marinas. Son más porosas que lisas y se les llama
oddiotan.
OLOKÚN:
Lleva
diversas piedras del fondo del mar junto con caracoles y conchas.
Tradicionalmente se le ponían perlas, corales y hasta monedas antiguas.
OYÁ:
Contiene
nueve piedras arcillosas y marmóreas, con vetas rojizas y moradas,
y se les llama osaotan.
CHANGÓ:
En su
batea de madera se colocan seis otanes negros y alargados. También le pertenece
la piedra del rayo, Obbaraotan.
Los
collares que usan los santeros como protección también son piedras cristalinas,
de diferentes vetas minerales, pues las cuentas de los collares nunca pueden
ser de plástico. También deben pasar por un proceso ritual. Los collares o
eleques son representaciones de los orichas y los otanes son el recinto donde
habitan en esta tierra.
Las
piedras y sus atributos
Piedra
del rayo.
Es un
monolito negro alargado y más picudo por uno de sus extremos. Algunos afirman
que cae con el rayo, pero lo cierto es que debido a su energía magnética
produce descargas eléctricas durante las tormentas. Ha sido usada como hacha
por los grupos aborígenes del Caribe, como los siboneyes y taínos, y aparece en
Cuba, Venezuela, Puerto Rico y República Dominicana.
Piedras
preciosas.
Los cristales son de agua y otros líquidos fosilizados. Desde
tiempos remotos se tuvo la costumbre, en casi todas las civilizaciones, de
ornamentar a las autoridades, como jefes, caciques y reyes, con piedras
cristalinas que representaban el poder, tales como esmeraldas, rubíes y
diamantes, los cuales se constituían en tesoros del reino y le daban fuerza
económica.
Ámbar:
Es una
piedra resinosa de alta frecuencia magnética. Fue muy importante
para el descubrimiento de la electricidad. Pertenece a Ochún; es una piedra del
amor y atrae la felicidad. Los zares de la antigua Rusia lo usaban como
talismán.
Azabache:
Fue muy
estimado por las antiguas civilizaciones árabe y judía. Protege a los niños del
mal de ojo y aleja las maldiciones. Pertenece a Elegguá. Es una piedra vegetal
muy valorada.
Piedra
volcánica:
Se
forma cuando la lava incandescente se enfría, petrificándose. Pertenece al dios
Argayú, que es el patrón que premia el esfuerzo y trae la prosperidad. Nos
advierte de las pérdidas.
Cuarzos:
Los
cuarzos blancos y opalinos pertenecen a Obatalá. Regulan el equilibrio
nervioso, fortalecen la memoria, aclaran la conciencia y traen
la paz. Los cuarzos violáceos le pertenecen a Oyá y los rosas a Naná Burucú,
que tiene la capacidad de eliminar las infecciones renales y mejorar la
circulación. Tiene alta composición de magnesio.
Turquesa:
Es de
las más antiguas piedras preciosas. Había un viejo refrán español: “una mano
con turquesa no conoce la pureza”. Pertenece a
Yemayá y protege el hogar y la familia.
Lapislázuli
y zafiro:
Pertenecen
a Olókum, que es un dios parecido a Neptuno, y aseguran la prosperidad
económica. Se les considera piedras masculinas.
Esmeralda:
Son
piedras que pertenecen al dios Oggún. Es suyo el poder de premiar el esfuerzo y
ayudar a vencer a los enemigos. Protege la industria
y la productividad.
Granate:
Es una
piedra de Changó y procura el éxito y el triunfo en los negocios. Changó fue un
soberano del pueblo de Oyo; es dios del fuego.
Ágata,
aguamarina y amazonita:
Se
consagran a Obbalantobaro, que es la unión de Las Siete Potencias africanas.
Alejan la maldición y rechazan las malas intenciones enviadas por alguien.
Obsidiana:
Es un mesolito de origen volcánico; piedra muy cortante que en el
mundo prehispánico se utilizó para construir puntas de lanza y los cuchillos
con que se hacían sacrificios humanos para los dioses aztecas. En la santería
se le considera un arma de Ochosi y el cazador.
Topacio:
En la
santería se le atribuye al dios Inle, que es el médico divino y dueño de la
pesca. Impide el acontecimiento de enfermedades. El hombre soñó con la piedra
filosofal y añoró que ésta le diera respuesta a las inquietudes de la vida, y
plasmó esta búsqueda en obras literarias fantasiosas. Sin embargo, por medio de
las piedras podemos obtener información histórica sobre la geología, los
accidentes y fenómenos del planeta.
La
naturaleza nos concedió además el aire, el agua y los alimentos para sobrevivir...
lo mismo que la energía de las piedras. Cuando Olofi los alcanza con sus rayos
divinos desde Olórum las convierte en sagradas, por eso agradezcamos su
enseñanza y suy su protección cuidando del equilibrio ecológico que las
sustenta.
Meferefún
Oloddumare
Quim
Camaché Oddúa
Elese Otan Aché ... Modupé.
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