Olofi había visto en un Obi una persona justa y sin orgullo ni vanidad, y entonces lo puso en lo alto de la mata de cocos, y le puso su alma y su cuerpo blanco por dentro y por fuera, pero Elegguá siempre fue el verdadero criado de Olofi, por tanto siempre esta al servicio de Obi, por eso conocía todos los amigos de Obi, los pobres, los ricos, los limpios, los sucios, los derechos, los jorobados.
Un día Obi iba a celebrar un
fiesta y encontró a Elegguá y le encomendó para que lo invitase pero como
Elegguá había visto el Orgullo de Obi, convidó a todos los limosneros, a los
más sucios. Cuando Obi vio su casa llena de esa clase de gentes se molestó y
les dijo: ¿Quién los invitó a Uds.? Y ellos le dijeron que Elegguá. Sí, pero no
en ese estado de harapientos y sucios. Entonces todos se abochornaron y se
retiraron. Elegguá se fue de la casa de Obi y, un día, Olofi le dijo: Quiero
que me vayas a casa de Obi. Pero él respondió: Mándeme adonde Ud. quiera menos
a casa de Obi. Aquellas palabras de Elegguá causaron admiración a Olofi, quien
le preguntó qué le pasaba con Obi. Elegguá le contó todo los sucedido.
Entonces Olofi se disfrazó
de limosnero y se fue a casa de Obi y lo llamó. Cuando Obi vio a aquel hombre
sucio le dijo: ¿Ud. no podía vestirse antes de venir aquí? ¿No ve que su traje
puede ensuciar
el mío? Y volvió la espalda y dio tres pasos. Entonces Olofi lo llamó
fuertemente con su voz natural y cuando Obi, sorprendido, alzó la vista fue
para él una sorpresa ver frente a él a Olofi y le dijo: Perdóname, papá. Y
Olofi le dijo: Obi, tú eras el hombre más justo y limpio que yo había hecho,
por eso tu cuerpo al igual que tu alma era blanco por dentro y blanco por
fuera, pero ahora estás lleno de orgullo y de vanidad. Entonces lo maldijo
diciéndole: Mientras el mundo sea mundo, tú serás blanco por dentro, pero negro
por fuera y siempre andarás rodando por el suelo como castigo.
Y por eso es que se tira el coco al suelo, y
siempre anda rodando por el suelo.
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